XXI

—Pensé haberte escuchado decir que esperarías hasta el momento de perversión máxima— Comenté sintiendo su mano por mi pecho. 

—Lo dije, pero en este momento estoy al borde de lo caliente— Se acercó a mi oído y habló muy bajo— Además ves esas siluetas al lado de la puerta. Parece que Gina, Carol y Marta están bastante curiosas por escuchar.

—¿Eso te excita?  

—¿A ti no? — Contestó Samantha— Además, planeo vengarme. Ayer tuve que soportar escuchar a Gina y a Carol masturbarse por la noche. 

—¿No piensas cerrar al menos la puerta?

—¿No es mejor si tenemos un poco de audiencia?— Pasó sus dedos por mi abdomen con ahínco en las hendiduras, luego descendió aún más hasta mi miembro que comenzaba a endurecerse rapidamente. POdía negarme mentalmente y decir que mis pensamientos eran puros buenos y castos, que no deseaba mancillar ni perturbar la mente de tres chicas jóvenes que se movían justo detrás de la puerta. Pero, mi dureza demostraba todo lo contrario, lo deseaba y no tenía ninguna intención en detener a mi hermana. 

Lo que pensé en ese momento fue: Samantha planea usarme. Pese a ello, me importó muy poco, estaba completamente dispuesto a ser usado si ese era el método. 

Sam pasó cerca de mi rostro, nuestras respiraciones se volvieron claramente mucho más pesadas, nuestros labios chocaron torpemente. Nuestro deseo era evidente. Atrapé su boca y nos fundimos en un beso lento donde nuestras lenguas comenzaron a explorar al otro. Su sabor, su calor, la forma en la cual movía su lengua envolviendo a la mía. Todo esto me dejaba sin capacidad de pensamiento, me sumergí en un mundo donde solo Samantha existía, inconsciente que a mi alrededor un mundo se hallaba destruido y agonizante, su boca era gloriosa en todo sentido.

¿Cómo podría describir tal placer? me estaba extasiando, sin contar que mi virilidad era masajeada por una de sus manos de una forma que obligaba a mi sangre a fluir con mayor intensidad y a mi respiración cortarse. 

—¿Cuando te convertiste en una mujer tan hambrienta de placer?

—¿Quién te dijo que antes no era así?

—Nunca me diste esa impresión— Contesté. 

—Intenté vivir con alguien que me gustaba pero no llenaba esa parte de mi lujuria. Luego decidí que no necesitaba a mi lado a alguien si no me iba a sentir satisfecha plenamente. Desde entonces mi dildo me acompaña cada noche. Pero ahora Shun, ahora no hay reglas. Puedo chupar y devorar la punta de tu miembro mientras Gina clava sus ojos llenos de lujuria en nuestro acto. O puedo escabullirme hasta la ducha de Natalie y tomarla desde atrás para darle placer con mis dedos. ¿Quién me va a detener?

—Yo no. 

—No, de seguro tu esperarías poder verlo en primera fila. Es lo mejor, la persona que podría contenerme es tan pervertida o más que yo. Tienes un enorme pene y una mente tan lujuriosa como la mía.

Tomé a Sam de su cuello y deslicé mi mano derecha por su cabello, aferrándola a mi ser. Mi mano izquierda en cambio paseaba por su espalda, pasando por encima de la pequeña blusa que usaba, para descender y sentir la piel en su espalda baja, y posteriormente su trasero, el cual merecía ser tomado con fuerza. Mis dedos se deslizaron desde la zona trasera, alzando su pierna para apoyarla contra el costado de mi cuerpo y dejar que mi tacto llegase aún más allá. 

Su entrepierna era un humedal apenas tapado por una prenda que pronto cayó al suelo. Palpé así la suavidad y lo abultado de su intimidad expuesta para mi placer y deleite. Sentí sus labios mayores entre mis dedos y envueltos de una fina cubierta líquida que me extasió. Hundí dos de mis dedos, su intimidad los acogió y apretó con amor al tiempo que su cuerpo reaccionó torciendose levemente. El ritmo de mis dedos comenzó a acoplarse con el vaivén de sus caderas y sus pecho inhalando cuanto aire podía. Su respiración de iba poco a poco y pronto movilizó todo su cuerpo para apoyarse contra la pared, con su blusa apenas sobre su cuerpo, y su trasero frondoso expuesto ante mí. Mis dedos se hundían cada vez a mayor velocidad, Samantha apoyaba las manos contra la pared mientras parecía querer rasgar la cerámica con sus uñas. 

Su respiración quedó estampada contra el baño cuando la punta de los dedos de los pies se estiraron y todo su cuerpo se tensó antes de lanzar un gemido extenso y grave. Sus piernas quedaron temblando. Samantha volteó a verme. 

—Eres un puto ¿Cuantas veces habrás practicado para saber dar tan buen servicio?

No quería decirle que, junto con Mónica, aquella era mi sexta vez dando placer a una mujer. Solo que mi pareja bisexual fue una maestra que dejó mucha marca en mi ser. Sus técnicas para dominar mujeres quedaron muy grabadas en mi mente. 

—Quiero chuparlo— Se arrodilló frente a mí y tomó mi falo con ambas manos. Lo miró desde un lado y comenzó a delinear su forma con su lengua. Cada movimiento para mi significaba un escalofrío que debilitaba mis piernas. No supe siquiera en qué momento me quitó la ropa, pero ya en ese instante me hallaba desnudo de la cintura para abajo. Aquello probablemente era una arte ninja secreto y especializado en robar la ropa sin que las personas se percatasen.

Yo me encontraba en el límite, especialmente porque la puerta del baño se hallaba entreabierta y podía observar un par de figuras que se movían de un lado a otro. ¿De verdad estaban viendo? No es que lo dudase, pero me sorprendía en gran medida. Gina nunca se mostró así de abierta al sexo  o interesada. ¿Qué pasaba por sus mentes en ese momento? ¿Qué había cambiado para que sus cuerpos ahora estuvieran a merced de sus instintos más básicos. No quería saberlo ni solucionarlo. 

Samantha deslizó su lengua por mi glande ya hinchado. Un impulso eléctrico recorrió desde mis pies, pasó por toda mi espalda en ascenso y finalizó en mi cabeza. Mi hermana hundió su cabeza y un calor embargó mi dura virilidad. Humedad y calor, eran las dos sensaciones que acompañaban el frote intenso que se sentía contra el glande. 

—¿Están viendo? 

—Eso creo— Respondí como pude.

—¿Lo hago bien?

—Magnífico, aunque…— Mi perversión era más grande que mi propia imaginación y más veloz que mi mente para procesar mis palabras— Podrías tocarte mientras lo lames y enseñarles cómo te das placer. 

—Que rica idea— No pestañeó siquiera en pasar sus dedos hasta hallar su intimidad y hundir su dedo medio y el anular en su vagina expuesta. Yo alcé mi mirada para quedarme frío ante aquello la mirada que observé desde la puerta era la de Gina, quien siquiera procuraba ocultarse. Tenía toda su mano por debajo de su pequeño bermuda y blumer, para rozar directamente su zona pequeña pero excitada ante la vista. 

Samantha envolvió mi glande con la punta de su lengua, giró alrededor. chupó y hundió su cabeza hasta el fondo. Aquello hizo que mi miembro chocara contra alguna parte de su boca o de su garganta. El resultado fue un chorro que se depositó directamente en su paladar y se regó sobre su blusa.

—Rico, pero no me he saciado. 

—No creo que alguien sea capaz de saciarte Samantha. 

—Pues tendrás que poner tu máximo esfuerzo— Comentó al tiempo que apretó la base de mi virilidad y luego pasó a moverse hasta la zona de la ducha. Allí se quitó la blusa, la lanzó al suelo, abrió el agua y colocó contra la pared dejando expuesto su trasero— ¿Qué esperas?

—Máximo esfuerzo— No fue difícil excitarme lo suficiente para recuperar mi dureza. Gina había entrado al baño y se encontraba recostada contra la pared. Samantha no la volteaba a mirar, pero era muy obvio que se encontraba consciente de su presencia. No había siquiera una cortina que nos cubriera, solo un vidrio transparente. Me pasé hasta la ducha y mordí la espalda de mi hermana. Había cierto nivel de morbo en sus caderas. La pasión le recorría. 

Besé toda su zona deleitándome con el sabor de sus jugos contra mi rostro, chupé su clítoris, hundí mis dedos y ascendí para sentir el sabor de su vagina. Secretar jugos espesos y bastante neutrales en sabor. Mi pulgar en medio del jugueteo se hundió en su cola, y allí decidí que permaneciera, con un ligero movimiento que le indicaba podía sacar el dedo en cualquier instante. Con esa amenaza en la mente, me levanté y coloqué la punta de mi miembro erecto contra su entrada. 

Tragué saliva y sentí que mi corazón iba a toda prisa. Tenía frente a mí la vagina expuesta de la mayor de mis hermanas, quien además era la que gozaba de un cuerpo más atrevido y vulgar de las tres. O eso pensaba hasta ese instante.

Gina en aquellos instantes llegaba a su orgasmo y caía sentada sobre el frío piso del baño. Pese a ello no dejó de masajear su punto más sensible con un par de dedos. Podía verlo desde donde me hallaba y Gina nunca tuvo el menor pudor en guardarlo para sí. Me pregunté si las otras dos figuras del otro lado de la puerta lo estaban disfrutando tanto como aquellos que nos hallábamos dentro del cuarto de baño. 

Fue entonces cuando dejé que mi palpitante y tiesa virilidad empujara la parte más intima de Sam hasta la profundidad. No fue difícil llegar hasta el tope de su vagina y chocar contra la pared. Sus paredes envueltas en jugos me succionaban con fuerza, provocando un mayor placer en mí. Toda mi circunferencia comenzó a entrar y salir de su concha goteante. 

—Siiii, hasta el fondo Shun, cogeme duro. Quiero que las piernas me fallen de tanto placer. 

—Deja que te la meta toda hasta que no puedas más— No mentí. Eran los más puros y sinceros deseos de mi corazón. Con estas palabras comencé a bombear a mi hermana mayor contra la pared del baño con brío. Podía escuchar el choque de mis caderas contra su redondo culo. Mis manos la sujetaban de uno de sus brazos y la otra de sus caderas. No tardé en tomarla del cabello. 

—Allí….— Me sorprendió que Samantha llegase tan rápido, y habría detenido mi furia en ese instante, de no ser por la visión que Gina me regalaba desde la entrada del baño. Se hallaba acostada y ahora doblaba sus piernas. LLegaba a su segundo orgasmo y su espalda se arqueaba exponiendo todo su sexo. La desee en ese momento, y mi miembro rugió con ganas de sentir aquella zona virgen y sin vello.

No negaré que la cumbre de mi excitación fue en ese mismo instante, y a pesar de que Samantha parecía relajar su cuerpo, comencé a embestirla de forma salvaje provocando que sus gemidos se escaparan de su boca. No gritaba como mi tía, pero podía sentir como Sam se dejaba ir por placer. 

Ella no dudó en detenerse para acostarse en el suelo de la ducha y abrir sus piernas. Probablemente yo nunca había presenciado una visión tan perfecta de una mujer. Acostarme sobre ella fue algo natural y mi miembro calzó en su interior sin siquiera pensarlo. Al siguiente instante estaba yo clavándola a Samantha contra el suelo del baño mientras ella chupaba mi cuello, hundía sus uñas en mi espalda rasgando mi piel y yo apretaba su seno izquierdo con fuerza. 

—¿Me vas a llenar toda de leche?— Aquellas palabras fueron dichas contra mi oído— O piensas correrte sobre mi cara ¿o quizás deseas venirte en el rostro de Gina?— Empujé más fuerte. Alcé sus piernas para exponer toda su zona y embestí hasta lo más profundo de Samantha, quien se mordía ahora la boca y gemía cuando su respiración se lo permitía. 

Fue injusto, sus palabras llevaron a mi mente a sucumbir a las tentaciones y mi miembro reaccionó llenando el interior de Samantha de un líquido espeso y caliente. 

—Sigue bombeando, no vayas a parar ahora, estoy cerca de otro— Se aferró con sus piernas y manos a mi espalda. Debì concentrarme en la lujuria del instante para lograr que mi falo no decayese ante aquello. Dejé que mis ganas de penetrarla fluyeran. La imaginé aquel día en el tanque de agua, toda mojada y con su culo ante mi para provocar, aquello me encendió y seguí clavando mi virilidad hasta el fondo de su ser. 

Sus chorros llenaron mi pelvis ya húmeda por el agua y me hicieron sentir su nuevo climax. sacó su lengua de forma muy pervertida y yo la besé con fuerza mientras daba las últimas embestidas para llenarla nuevamente. 

—Si, esta sensación de no poder más, esto era lo que deseaba. 

—Eso fue…— Me derrumbé al lado de Samantha, notando ahora que el agua continuaba cayendo contra nuestros cuerpos y Gina se levantaba de la entrada y se retiraba.

—Quiero que me cojas siempre así. Si alguna vez sales con la estupidez de querer cogerme suave, será la última vez Shun. 

—No creo que se me pase por la cabeza. Tu trasero me excita demasiado. 

—Fue divino. 

—Fue una locura. Nos van a pillar— Contesté. 

—La próxima vez quiero que me lo hagas en la cocina, mientras las chicas están en el sofá. Las dejaré escuchar como gimo solo para verlas. 

—Usted señorita Samantha— Expresé con burla— Es malvada— Besé su mejilla y la ayudé a levantarse sin caerse de la ducha. 

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