21. RESCATE
—¿A cuántos crees que encontremos? —preguntó Miry.
—Siempre que sean menos de veinte podríamos manejarlo, también debemos recuperarnos.
—Miry cree que puede usar fuego nuevamente.
—Pues preferiría que no fuese así. Una llamarada y los gritos de veinte orcos quemándose llamarán la atención de muchos más —respondí mientras avanzábamos arrastrándonos por un tejado. Debajo de nosotros había tres orcos algo toscos. Les habríamos eliminado, pero no sabíamos cuántos estaban adentro de las tiendas aledañas. Eran tiendas de armas mágicas y ninguno de los dos quería tener la sorpresa de un orco lanzado fuego o confusión.
Al salir de la posada nos encaminamos primero al noreste y no al abyss. Queríamos saber si la posibilidad que Mena había planteado era factible, escapar por la muralla en la zona que menos orcos había penetrado.
Después de un rato en esa dirección nos percatamos que no era viable. Los orcos se congregaban más en los bordes externos de la ciudad. Aparentemente recibieron órdenes de vigilar estas zonas mientras otro grupo se dirigía al centro.
Por lo tanto, podía imaginarse la ciudad como un grupo de tres círculos concéntricos. Primero estaban los orcos en las murallas, el muelle y el camino del norte, rodeándonos. Después estaban en el anillo del centro con pocos orcos y varios sobrevivientes ocultos. Como el de la posada de Vermont, donde se agruparon varios. Y por último el círculo central, donde estaba la muralla del abyss y otro gran contingente de orcos.
El gran camino de la ciudad también se hallaba plagado de ellos, dirigiéndose de la entrada al abyss de manera constante. El gran camino era recto y se hallaba en todo el este y daba directamente con la puerta derrumbada en horas de la madrugada. Nosotros en ese momento nos hallábamos en la zona noreste, por lo tanto, para llegar a la puerta requerida el mejor camino era rodear al abyss por el norte y llegar a esta en la zona noroeste.
Matábamos a uno que otro orco, principalmente cuando sentíamos personas alrededor. Después de esto les dábamos indicaciones para llegar a la posada donde nos estábamos reuniendo. Yo temía fuese una muchedumbre y eso ocasionase ruido, pero no había muchas opciones. Allí era el lugar donde algunos todavía peleaban por mantenerse vivos. Además, siempre los grupos de reconocimientos fuesen pequeños, Mena y Amy eran capaces de manejarlos.
Encontramos una zona bastante despejada y corrimos por los tejados más confiados. Miry comía al igual que yo, masticaba mientras mi mente se hallaba en otro centenar de cosas y lugares. En especial pensaba en una idea descabellada para salir de la ciudad.
—Enemigos —Miry los discernía antes de que yo pudiera siquiera verlos. Les escuchaba gruñir a distancia y se detenía bruscamente. Yo tardaba un instante en percatarme y parar.
—¿Dónde?
—Allí —esperamos a que pasaran. Se trataba de un grupo grande, unos cincuenta de ellos y llevaban escaleras de unos diez metros. Comprendí que las usarían para entrar al abyss. Intentarían pasar por encima de la muralla que le rodeaba y obtener lo que allí se daba. Aquello era de poca importancia en el momento, nuestra prioridad eran las personas dentro de las murallas. Si Stella había creído que los orcos dijeron eso, yo confiaba en ella.
Esperamos lo suficiente para continuar nuestro camino sin ser vistos. Avanzábamos a buen ritmo, nos deteníamos cada veinte o treinta cuadras.
—¿Crees se pueda salir de la ciudad?
—Creo que debemos intentarlo.
—Miry no esperaba la muerte de la señora Katie, era una linda persona.
—Dolió —admití —quedan Vermont y Melanie, si les perdemos será igual de doloroso —mentí, dudaba fuese igual de doloroso. Katie era como una madre para nosotros. Evité continuar con el tema, pero Miry parecía tener ganas de hablar, así que busqué de desviar la conversación a otro punto.
—¿Cómo comenzaste a trabajar de guía para aventureros?
—Las tumb somos buenas…
—Sí, me refiero a ¿cómo te lo permitieron en la aldea tumb?
—No permitir, obligar —Miry frunció el entrecejo y arrugó la nariz. Después de esto me dirigió la mirada y sonrió —no esperé encontrar a Allan así. Miry siempre soñó que conocería a un caballero, pero su madre siempre dijo que eso no era posible.
—¿Esperabas encontrar alguien?
—Al principio, cuando Miry pequeña, después no esperar nada. Miry dejó de soñar y se limitó a hacer lo que le decían.
—Ahora puedes hacer lo que quieras —respondí. No estaba del todo convencido y por primera vez noté que Miry nunca daba demasiada información sobre su vida antes de conocernos. Lo que realmente pensaba era ¿eso debe ser motivo para no confiar en ella? Yo por mi parte sentía que podía creer en sus palabras ciegamente. Ella era mi compañera.
—Por allí —El camino se ocultaba entre las casas y lográbamos terminar el rodeo. A medida que nos acercábamos observamos a mas orcos en grandes grupos con escaleras apoyadas en el abyss. Supuse se trataba de una gran excursión.
Llegamos al punto que Stella nos indicó y tocamos la roca de la muralla. Lucía impenetrable y ninguna puerta era visible desde nuestro punto. Estuvimos tocando y golpeando la pared durante varios minutos con cautela de no ser vistos por los centinelas que pasaban de manera constante. Estaba por rendirme cuando de pronto un grupo de piedras se movieron hacia atrás. Como si una puerta fuese tallada en la misma muralla. Una cabeza se asomó y luego otro par. Pude ver al viejo Benjen y Ciel entre ellas.
—¿Solo ustedes dos? —preguntó Benjen en un tono serio.
—¡Entren! ¡Escóndanse ahora, no pueden quedarse allí afuera! —las palabras eran de Ciel, a quien le noté los ojos sumamente rojos.
—Ciel.
—¡Entren! ¿Qué esperan?
—No venimos a escondernos, venimos a sacarlos de aquí —le respondí.
—¿Ustedes dos? —Benjen repitió la pregunta y luego deletreó la palabra “lectura” supe lo que hacía, pero me importó muy poco.
—¿Cuántos sobrevivientes hay allí? —preguntó Miry.
—Casi doscientas personas ¿hablan en serio? —Ciel me miraba.
—Muy en serio. Llámenlos, los sacaremos de inmediato —No sabía si podíamos transportar a doscientas personas sin ser vistas, pero tampoco podíamos dejarles allí, más sabiendo que los orcos estaban entrando con escaleras traspasando la muralla. No tardarían en encontrar las entradas que había en esta.
Benjen y un chico desaparecieron en la oscuridad de la muralla al instante y Ciel se quedó allí frente a nosotros —Abrimos las puertas en la noche, cuando vimos que los goblins estaban entrando por la zona norte. Muchos tenían miedo y no había adonde ir. La ruta del norte fue cercada por orcos y mataron a varios comerciantes. Este era el mejor lugar para…
—¿Sucede algo Ciel? —sus manos temblaban al igual que sus labios.
—Mi mamá trajo a mi hijo en la noche. Mi esposo se quedó allí afuera junto a mi hija —rompió en llanto.
—Miry vio a algunos niños donde Vermont —contestó la tumb y Ciel abrió los ojos expectantes.
—Es cierto, hay sobrevivientes allí. Es donde iremos antes de salir, allí nos espera el resto del grupo junto a Stella y Camus.
—¿Stella y Camus están bien? ¿Cómo eran los niños?
—Miry piensa que se veían como niños, tenían miedo, pero estaban bien.
—¿De qué color era su cabello? ¿cómo de qué estatura?
—Pues eran pequeños —respondió Miry y yo casi rompo en risa. Intenté controlarme porque comprendía la desesperación de Ciel. Antes de eso no había mencionado ninguna sola vez a su familia. Hasta entonces yo pude haber pensado que Ciel vivía metida en la muralla todo el día, todos los días.
—Camus está inconsciente, Stella fue quien nos envió aquí por ustedes. La muralla cayó casi cuando salió el sol. Los orcos hicieron explotar la puerta principal, después de eso fue imposible.
—Por Yisha —Ciel se tapó la boca con las manos y notamos a Benjen quien regresaba con compañía.
—Somos muchos para solo dos personas ¿Cómo planean sacarnos?
—Línea recta en esa dirección hasta la posada de Vermont donde está el resto. Miry irá adelante y yo detrás del grupo.
—¿Y los orcos? —preguntó Ciel.
—Eliminaremos a los que se atraviesen —respondí.
—¿No es mejor quedarnos aquí? —preguntó Ciel.
—Miry no lo cree. Los orcos tienen escaleras y están por encima de la muralla buscando entrar al abyss.
—Tienen razón Ciel, no podemos quedarnos aquí. Además, no hay comida, no es un buen lugar para mantener a doscientas personas encerradas —declaró Benjen —Además, te puedo asegurar que son fuertes.
—Yo sé que mis chicos son fuertes —se notaba dudosa y apretaba sus manos —solo quiero que todos salgamos de aquí sin perder a otros.
—Vamos, Miry ira al frente —se adelantó hasta las casas que estaban cercanas para observar los alrededores.
—Lleven a los niños en las espaldas, si es posible necesitamos ir rápido —comenté.
—Descuida chico, sabemos cómo hacer esto —respondió Benjen quien daba órdenes a los de adentro. Mujeres y niños comenzaron a desfilar del lugar, algunos hombres y otros aventureros de los primeros niveles.
—Hay tres grupos que se quedaron en el abyss, están muy abajo para buscarlos. Por los pisos doce y trece. Estaban limpiando —Ciel estaba preocupada y vi a su hijo. Un pequeño bastante semejante que calculé tendría máximo dos años de edad. Se escondió en el pecho de su madre y esta me sonrió antes de salir y colocarse al frente.
Me impresionó un instante que casi doscientas personas fuesen un grupo tan pequeño del tamaño de un par de habitaciones. Los acomodamos en un círculo tan compacto como pudimos y comenzamos a avanzar por una de las calles principales para mayor velocidad.
No servía llevarles por los callejones, eran muchos y nos extenderíamos demasiado. Solo estábamos Miry y yo para enfrentar a cuanto orco se moviera.
No tardamos en entrar en lucha. Noté a dos por una callejuela a nuestra izquierda, al ver al grupo corriendo lanzaron gritos y se abalanzaron por nuestro costado. Los intercepté con mi velocidad y corté sus brazos antes de matarles. Miry saltó sobre una pared y desde allí a un tejado para eliminar a un orco con una ballesta en sus manos.
Solo en un instante Miry necesitó algo de ayuda y las personas debieron agacharse para mantenerse a salvo. La tumb se enfrentó a tres enemigos al frente mientras que otros dos se acercaban por uno de los costados desde las casas que nos rodeaban. Me encargué de los restantes mientras Miry eliminó a los del frente. Las personas se levantaron y continuamos hasta la posada de Vermont sin mayor novedad.
Al entrar en esta la primera cosa notoria es que eran demasiados para un espacio tan pequeño. Vermont ayudo a acomodar a varios en las habitaciones de arriba, principalmente a algunas madre y niños mientras el resto discutíamos lo que se haría a partir de allí en la parte de abajo.
Melanie comenzó a repartir comida en las habitaciones mientras nosotros nos reuníamos con Stella, Mena, Amy y Daniela.
—¿Muchos problemas? —nos preguntó Stella.
—No mucho, pero los orcos están usando escaleras para pasar sobre la muralla y adentrarse al abyss. Ya deben haber entrado —alegué.
—No creo lo logren tan rápido. Los orcos no son tan inteligentes —comentó Stella.
—Hola Stella —Benjen se acercó hasta nuestros asientos.
—Hola viejo —le contestó la mujer.
—Que poco cariño me tienes. Así no se le habla a un amigo.
—Tantas personas muertas y tú debías sobrevivir —a pesar de sus palabras, ambos se reían de manera amistosa y se daban la mano de buen gusto.
—Me alegra ver que sobreviviste. La mayor parte de ti al menos.
—Por comentarios como ese es que estás sin mujer Benjen.
—Estoy sin mujer porque tu solo quieres a Camus —se defendió este.
—No veo mi vida detrás de una muralla. O no la veía hasta ahora, ya ves en lo que he terminado —respondió Stella.
—Estarás bien. Sigues siendo una de las mejores guerreras que conozco Stella. No te sientas derrotada por una pierna. Hay asuntos más importantes ¿cómo saldremos de la ciudad? ¿Se despertará el loco de la espada? —miró a Camus.
—Tiene heridas internas serias. Y algo que no logro identificar, es como si lo comiese por dentro. Lo hemos curado varias veces —respondió Mena —Amy ha estado muy pendiente, incluso tiene un aura de regeneración ahora y solo detiene el avance de lo que sea lo está destruyendo por dentro —se explicó.
—Lo revisaré luego, soy bueno para esas cosas. Por ahora debemos ver qué haremos para salir de aquí ¿algún plan? —preguntó.
—Pensamos que la muralla noreste podría estar con poca protección —comentó Stella.
—No, Miry y Allan observaron bien esa zona. Está bien protegida —intervino Miry y ante las miradas yo corroboré la información.
—Nos desviamos primero para ver la muralla noreste. Está bien resguardada. No veo manera de que saquemos a todos por ese lugar.
—El camino del norte lo tomaron los orcos desde ayer en la noche ¿qué hay de la zona costera? —preguntó Benjen.
—Tomada, según un par de chicos que se unieron a nosotros hace poco —comentó Mena.
—Bien, entonces estamos encerrados en la ciudad. Encerrados hasta que nos encuentren o estos chicos puedan derrotar a todo un ejército —comentó.
Hasta entonces mi idea era loca. Abrí la boca y la cerré, pero las miradas se fijaron en mí, expectantes y rogando por una solución —Bien, puede que sea una locura —admití —y arriesgado, pero creo que hay una solución.
—¿Cuál chico?
—Sumideros —respondí y Miry, Amy y Mena abrieron los ojos —podemos cavar, unos cuarenta metros de profundidad, un hoyo y dirigirnos al abyss. Todos los abyss están conectados ¿me equivoco?
—Lo están chicos. Pero nadie va a meter a más de doscientas personas al abyss. Además, aunque están conectadas, tenemos mapeado el abyss un par de kilómetros a la redonda. Es lo que cualquier aventurero se adentra. Más allá es una locura, no hay caminos exactos y estaríamos andando a ciegas.
—No me parece tan descabellada la idea Benjen —intervino Stella.
—Solo digo, podemos cavar unos cuarenta metros o un poco más y guiarlos por los tres primeros pisos, son bastante amplios, y hay cuevas enormes.
—Llenas de ratas y arañas, la mayoría de estas personas no sabe luchar.
—Pues usaremos repelentes y limpiaremos las zonas constantemente. Podríamos avanzar y luego buscar una forma de salir hacia arriba, cavando nuevamente. Supongamos que a diez kilómetros de aquí al norte. Cavamos, los sacamos y dirigimos a Selyntos.
—Sería difícil, y arriesgado —alegó Benjen llevando su mano al rostro.
—Pero posible —El señor Vermont se hallaba detrás de nosotros —y tenemos bastante gente dispuesta a cavar.